«…las estructuras metálicas siguen funcionando como display, pero se han desprendido el paramento vertical; además, su recorrido en el aire se ha complejizado a través de quiebros y giros, también se ha radicalizado la función expresiva del vacío y, finalmente, su tamaño y disposición hace necesario experimentarlas —es decir, recorrerlas y pensarlas— temporalmente en el espacio. Por tanto, no se trata de una mera ampliación de escala con respecto al conjunto anterior: lo que hace Fernández-Alvira es afinar la escultura, desarrollarla, recuperar y desplegar todas sus posibilidades expresivas. En estas últimas piezas, el artista atiende a lo implícito, trabaja las latencias, despliega lo replegado y, como ha señalado Óscar Alonso Molina, establece una revisión de la memoria más aérea e ingrávida de la propia historia de la disciplina escultórica: «Del proyecto de Picasso para el monumento a Apollinaire, hasta los dibujos en el espacio de Julio González, la mítica Flor en peligro (1932) de Giacometti, o los objetos más descarnados y delgados de Moholy Nagy están allí susurrando». El artista asume de la tradición moderna la idea de que la verdad de la línea es el movimiento. Pero, en esta verdad, incorpora también su reverso: la sombra que actúa como contrapartida del cuerpo ideal —perfecto, simétrico, completo— del canon occidental. Es precisamente en la sombra donde, según Georges Bataille, localizamos la proyección de lo extraño, lo que está fuera de la norma, lo monstruoso, la radical alteridad que ha sido silenciada. El artista ilumina, con intención y sutileza, ese cuerpo metálico edificado sobre la elipsis. De este modo, emergen en el espacio sombras que actúan como un excedente, como ese resto intolerable que no ha sido enunciado…»
«…Now the metal structures, while continuing to function as a display device, have come unstuck from the vertical walls and their directions in the air have become more complicated through twists and turns; in addition the functional expression of the negative spaces has become more radical, and finally; their size and positioning make it important to experience them- that is to say to contemplate them and think about them- temporally and spatially. For this reason it is not just an amplification of what has come before: what Fernández-Alvira does is to refine, develop, recuperate and unfold all of the expressive possibilities of the sculptures. In these final pieces the artist addresses the implicit, studies the latent, unfolds the concealed and, as Óscar Alonso Molina states, establishes a revision of the most aerial and weightless memory of the history of sculpture itself: “(everything) from Picasso’s project for Apollinaire’s monument, to the drawings in Julio González’s space, Giacometti’s mythical Flower in Danger (1932), or Moholy Nagy’s starkest and gauntest objects, make their whispering presence felt”. The artist takes on the idea from the modern tradition that the truth of the line is in the movement. But, within this truth the inverse is also incorporated: the shadow that acts as a counterpart to the idealised body- perfect, symmetrical, complete- of the western cannon.It is precisely in the shadows where, according to Georges Bataille, we find the projection of the strange, the out-of-the-ordinary, the monstrous, the radical otherness which has been silenced. The artist illuminates intentionally and subtly, this metallic body built on the ellipsis. In this manner shadows emerge into space that act as surplus like these intolerable remains that have not been enunciated…»